31 de mayo de 2010

Cigarrillo: contaminación, deforestación y erosión


El Día Mundial Sin Tabaco se celebra en todo el mundo el 31 de mayo de cada año. Tiene el propósito de fomentar un período de 24 horas de abstinencia de todas las formas de consumo de tabaco alrededor del mundo. Este día se instituyó con la intención de llamar la atención mundial ante la amplia presencia de consumo de tabaco y los efectos negativos para la salud (que hoy día supone 5,4 millones de muertes en todo el mundo anualmente).

Los Estados Miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) crearon el Día Mundial Sin Tabaco en 1987. En los últimos veinte años, el día ha sido recibido tanto con entusiasmo, como con resistencia en todo el mundo, por parte de gobiernos, organizaciones de salud pública, fumadores, productores y la industria del tabaco.

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"Los últimos estudios científicos en la materia, indican que el cultivo de tabaco ocasiona además, deforestación, erosión y contaminación del aire, el agua y el suelo".
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El cultivo de tabaco y la deforestación van de la mano ya que aproximadamente la mitad de la producción de hojas de tabaco del hemisferio Sur se cura (es decir, se seca para la producción de cigarrillos) utilizando madera como combustible de los hornos en los que se lleva a cabo este proceso. El dato más relevante es que para el curado de 1 kg de tabaco, se necesita un promedio de 7,8 kilogramos de madera.

Al talarse los árboles, se modifican las condiciones del suelo y la producción y abastecimiento de alimentos de la zona afectada. Además, con la degradación de un bosque se pierde un regulador natural del clima: desde el punto de vista local, la deforestación puede aumentar las inundaciones, afectar la producción de alimentos y el clima del lugar. Desde la perspectiva mundial, muchos científicos culpan a la deforestación por los cambios climáticos y el calentamiento global.

La tala de tierras forestadas abre paso a la erosión: la pérdida de cubierta vegetal deja al suelo indefenso frente a los embates del viento y la lluvia. Además, donde se eliminan los árboles, las capas de agua pueden descender, secarse los manantiales, drenarse los pozos e inclusive verse amenazados los ríos. Esto ocasiona la reducción de la productividad de las tierras agrícolas adyacentes.

El cigarrillo no sólo contamina el aire que respiramos, también afecta los nutrientes del suelo y el agua. En efecto, el cultivo de tabaco agota los nutrientes a un ritmo muy superior al de muchos otros cultivos, disminuyendo así rápidamente la vida del suelo. A esto hay que agregar que estas plantaciones ocupan tierras por períodos más largos que muchos otros cultivos. Desde la siembra hasta la cosecha pueden transcurrir entre cinco y seis meses, mientras que el maíz (un posible sustitutivo) crece en cuatro meses.

Al cosecharse en suelos con progresiva falta de nutrientes, el tabaco requiere entonces de la aplicación periódica de fertilizantes químicos, ocasionando en muchos casos la contaminación de las aguas subterráneas.

Y como si todo esto fuera poco, el tabaco requiere la aplicación de potentes plaguicidas. Antes de la siembra, el agricultor tiene que preparar las semillas, tarea que le insume unos tres meses y durante la cual se recomienda unas 16 aplicaciones de plaguicida, lo que, otra vez, puede contaminar los suministros de agua y el suelo del lugar.

Fuente: Wikipedia y Poder natural

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