En la Argentina se trafican ilegalmente miles de animales en peligro de extinción, es un negocio que no se investiga como se debe y mueve alrededor de 150 millones de pesos.
En las provincias de Chaco y Santiago del Estero, en donde no hay tanto control, se ve la extracción de animales que va desde el mono Carayá, el cardenal amarillo hasta los pumas. Todos estos animales son llevados a lugares como Buenos Aires o Córdoba como también son traficados al exterior, Estados Unidos, Canadá y Europa son los lugares más comunes a donde van las distintas especies sin pensar que el cambio de hábitat para las mismas, la mayoría de las veces, les causa la muerte o les provoca diversas enfermedades.
A veces no se trata del tráfico de animales exóticos, hoy la gran mayoría de las familias en sus casas tienen tortugas sin saber que este ser vivo es también actualmente uno de los animales que se encuentra en peligro de extinción. En gran cantidad de ferias en la calle y pet shops se puede comprar a veces por precios muy accesibles diversas mascotas que fueron sacadas de su hábitat.
“El arma contra este delito es directamente no comprar para no alimentar el circuito y lo más importante: aprender a denunciar”, según Cynthia Dabul, licenciada en ciencias ambientales y miembro de la Red Argentina Contra el Tráfico Ilegal de Especies Silvestres (RACTES).
No solo existe en el mundo el tráfico de animales vivos, lamentablemente también es común ver como circulan por este comercio ilegal las pieles,los cueros, caparazones, las cabezas y cuernos de diversos animales que se muestran como trofeos de caza.
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“Aves como el cardenal amarillo y el jilguero que son extraídas de su hábitat natural para vivir en cautiverio van camino a desaparecer. Porque, si a esto le sumamos que existe en paralelo la destrucción de los ambientes naturales, se están extrayendo muchos de los pocos ejemplares que quedan y el resto muere junto con su hábitat”.
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